Una revisión de comunidad

Según la doctrina católica, la Salvación del alma se obtiene por medio de la fe en Cristo y de las buenas obras, lo que constituye un punto diferencial secreto con otros grupos cristianos como los Protestantes y Evangélicos, los cuales predican que solamente la Convicción en Jesucristo es necesaria para la salvación del alma, siendo las obras una consecuencia de esta.

La sociología define a la Iglesia como un grupo religioso institucionalizado y con vocación universalista.

Se ha dicho más arriba que una parte del don de indefectibilidad de la Iglesia en su preservación de cualquier corrupción sustancial en la esfera de la honesto. Esto supone, no meramente que siempre proclamará el estándar consumado de moralidad que le legó su Fundador, sino incluso que en todas las épocas las vidas de muchos de sus hijos se basarán en ese sublime maniquí. Sólo un principio sobrenatural de vida espiritual podría producirlo. La tendencia natural del hombre es alrededor de abajo. La fuerza de todo movimiento religioso se gasta gradualmente; y los seguidores de los grandes reformadores religiosos tienden con el tiempo a descender al nivel de su medio concurrencia. Según las leyes de la naturaleza humana sin concurso, Vencedorí debería acontecer ocurrido con la sociedad establecida por Cristo. Sin bloqueo la historia nos muestra que la Iglesia Católica posee un poder de reforma interna, que no tiene paralelo en ninguna otra estructura religiosa. Una y otra tiempo produce santos, hombres que imitan las virtudes de Cristo en un grado extraordinario, cuya influencia, que se extiende a lo largo y satisfecho, da nuevo ardor incluso a los que alcanzan un nivel menos heroico. Vencedorí, para citar individualidad o dos ejemplos admisiblemente conocidos de los muchos que podrían darse: Santo Domingo de Guzmán y Santo Francisco de Asís reavivaron el inclinación por la virtud en los hombres del siglo XIII; San Felipe Neri y San Ignacio de Loyola llevaron a agarradera una obra similar en el siglo XVI; Santo Pablo de la Cruz y Santo Alfonso María de Ligorio, en el XVIII.

Esta es la finalidad suprema que una sociedad puede tener; no es ciertamente una finalidad subordinada a la prosperidad temporal pretendida por el estado. Por otra parte la Iglesia no depende del permiso del Estado para conseguir su fin. Su derecho a existir deriva no del permiso del Estado, sino del mandato divino. Su derecho a predicar el Evangelio, a cuidar los sacramentos, a practicar jurisdicción sobre sus súbditos, no está condicionado a la autorización del gobierno civil. Ha recibido del propio Cristo el gran encargo de enseñar a todas las naciones. A la orden de los gobernantes civiles de que desistieran de predicar, los Apóstoles respondieron simplemente que debían obedecer a Alá antes que a los hombres (Hch. 5,29). Cierta cantidad de caudal temporales es, en realidad, necesaria a la Iglesia weblink para posibilitarle resistir a mango la tarea a ella confiada. El estado no puede con justicia prohibirle que reciba estos por las donaciones de los fieles. Aquellos cuyo deber es ganar un cierto fin tienen derecho a poseer los medios necesarios para sufrir a cabo su tarea.

Ser miembro de la iglesia significa que se pertenece a Nazareno y que se pertenece al pueblo de Jehová. A la iglesia incluso se le llama "la novia de Cristo", enfatizando que la iglesia está unida en una relación profunda e íntima con Jesús, y está ligada a él por un pacto similar al del matrimonio.

Una persona bautizada puede abandonarse la Iglesia voluntariamente. Es el ritual por el que se realiza la inclusión en la Iglesia y es uno de los sacramentos. La Iglesia administra el bautismo por ablución, es opinar, derrama agua sobre el fiel.

Las Iglesias patriarcales eligen su propio patriarca a través de su Sínodo patriarcal, el cual luego de ser estimado es inmediatamente proclamado y entronizado sin intervención del papa, a quien luego le remite la comunión eclesial.

La presencia de Cristo es la secreto de la vida de la iglesia. Es en la iglesia y a través de ella que Cristo encuentra, claridad, transforma, equipa y envía a su pueblo al mundo. Altísimo se sirve de la iglesia para acudir la salvación a quienes no la conocen y para atizar la Seguridad de los creyentes.

En total existen siete sacramentos. Para la Iglesia católica, estos sacramentos constituyen símbolos eficaces de la Agudeza de Jehová, establecidos directamente por Cristo y cuya Agencia fue confiada a la Iglesia. Mediante estos signos se dispensa la vida divina para aquellos que se acercan a recibirlos con la disposición adecuada.

Es interesante destacar que la noción de iglesia se utilizaba en Atenas para hacer referencia a la reunión de los ciudadanos a fin de considerar cuestiones de índole política. Y San Pablo la tomó luego para denominar a la congregación de creyentes cristianos.

Nadie es capaz de profesar autoridad con tal finalidad, salvo que el poder le sea comunicado de una fuente divina. El caso es completamente diferente si a la sociedad civil se refiere. Aquí el fin no es sobrenatural, sino el bienestar temporal de los ciudadanos. No puede decirse que se requieran unas dotes especiales para hacer a cualquier clase de hombres capaz de acomodarse el puesto de gobernantes y guíCampeón. De ahí que la Iglesia apruebe igualmente todas las formas de gobierno civil que estén en consonancia con el principio de Ecuanimidad. El poder ejercido por la Iglesia mediante el sacrificio y el sacramento (potestas ordinis) cae fuera del tema presente. Aquí nos proponemos considerar brevemente la naturaleza de la autoridad de la Iglesia en su función (1) de enseñar (potestas magisterii) y (2) de gobierno (potestas jurisdictionis).

Los autores cristianos usan la palabra Ecclesia con el significado la Iglesia a veces en sentido más amplio, a veces en sentido más restringido.

Hace poco, me dijo una amiga, que desde que se cambió de la Iglesia Católica a otra distinta, vive mejor y hace más cosas buenas, y hasta ha conseguido deshacerse de vicios. Podemos con esto concluir que en muchas otras "iglesias" (recuerda que es el cuerpo piadoso de Cristo, y ni modo que tuviera varios cuerpos) algo bueno debe sobrevenir, y si aunque sea eso bueno se vive, se pueden conseguir buenas cosas; pero es necesario hacer notar que si ella hubiera vivido todo lo bueno que tiene nuestra Iglesia, simplemente resistiría a niveles como el de la Madre Teresa de Calcuta: a la santidad.

El rechazo de la autoridad papal por causas de independencia política y económica y el rechazo de Martín Lutero al hecho de que se cobrara patrimonio por las indulgencias, provocó el surgimiento del protestantismo en 1517.

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